JORGE ALBÁN-DOBLES

El dia que te enterré



Me pediste que fuese rápido y sin remordimientos.

LLoriqueaste de rodillas sobre los zapatos a medio embetunar. Era demasiada humillación aún para un perfeccionista acostumbrado a caer de bruces, asi que te dejé volver a enllavarte en mi ático; ya sabes, ese lugar detrás del cerebelo pero aún demasiado cerca de las córneas.

Eso sí, sin cenar y sin Nintendo.

5 comentarios:

  1. Anónimo13:26

    muy interesante este blog
    pasare seguido por aqui
    a ver que tal
    ;)

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  2. Anónimo15:00

    Soy músico de corazón y no he tocado mi instrumento aún... creo que no soy el único...

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  3. adelante, Jorge...buena nota.

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  4. Anónimo23:24

    extraña sensación la de recordar.

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  5. (¿güat?)
    Caer de bruces implica sorprenderse. Prefiero eso al perfeccionismo de los zapatos brillantes.

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