¿ Porqué Alice se preocupa tanto del pelo de sus muñecas ? ¿ Quienes son y que representan en su vida esos niños que travesean a su alrededor ? ¿ Porqué jugar con las baterias en lugar de los carritos ? ¿ A que aferrarnos cuando el mundo entero se nos viene abajo ?
Asi puede ser el audiovisual: inesperado, hermoso, preñado de revelaciones y contradicciones. Alejado de virtuosismos absurdos, conceptualismos o competencias como la Bienal Centroamericana de ahora mismo que, plegadas sobre si mismas, alejan al público y convierten arte y artistas en materia de subasta ganadera.
Alice fue el resultado del trabajo tenaz de Montserrat Retana y Melissa Rojas siguiendo a la protagonista y su familia a través de hogares, talleres, hospitales y clínicas de cuidados paliativos durante meses. Es arte imperfecto, que elabora de forma poética e inspiradora sobre la lucha vital de una heroína de familia y barrio.
Quizás sea hora de dejar de ver el arte como objetos de consumo tabuados y absurdamente elitistas al servicio del ego del artista y sistema del arte, y empezar a verlo como un servicio, un tejido conjuntivo que construye comunidad y aprecio.
Quizás sea hora de devolver el arte a la vida.