La nueva ley de tránsito en Costa Rica acaba de prohibir las artes circenses en los semáforos y patinetas en las calles. Nuestro mal gobierno parece decidido a simular, a pura prohibición, que realmente trabaja. Imponer sin conversar con las partes involucradas, es la forma más vil de gobernar. ¿Porqué será que tantos y tantas jóvenes dedican uno de los momentos más plenos de sus vidas a entrenar la capacidad de sus cuerpos para producir asombro y magia? Más que vagabundería, esto es uno de los más hermosos y nobles atributos de la raza humana, que sin duda acompaño al surgimiento del lenguaje oral y rituales religiosos en el orígen de nuestra especie.
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Estos chicos y chicas hacen sus milagros sin dependencias tecnológicas. No requieren del último celular “inteligente” para impresionarnos (tan inteligente que nos hará comprar otro antes de 18 meses). Sus cuerpos son nuestra última y definitiva trinchera ante la tecnología propietaria y egoista que, a manera de “coitus interruptus” global nos mantiene siempre insatisfechos, a punto de alcanzar el nirvana del consumo tecnológico. Son la resistencia ante un sistema opresor que obliga a pasar el día conectado, vigilado y rodeado de jefes, en lugar de compartir con quienes amamos o admiramos, un sistema que desprecia la belleza en lo natural y adoctrina en el abuso y la dependencia de tecnología privativa sobrela que no tenemos control.
El micro documental web anterior fue realizado por Daniela Espinoza y Byron Montero mi taller de producción audiovisual fotográfica con el editor de video software libre Kdenlive:
En sus esfuerzos de malabares y patinetas nuestros jóvenes hallan un sistema de valores alterno, algo mucho mayor en qué creer, más allá del dinero como único dios verdadero y el tedio necesario para lograrlo como única ruta posible. A fuerza de caídas, callos y errores sus cuerpos reencarnan ágiles y superiores, lejos de los cuerpos dóciles y sumisos que pide nuestra cultura de la acumulación y el abuso.
PRÁCTICAS, REPRESENTACIONES Y DISCURSOS DE CORPORALIDAD: LA AMBIGUEDAD DE LOS CUERPOS CIRCENSES
Por eso ahora prohibimos la demostración de su arte en la vía pública, no tanto por ser un peligro al tránsito, que no lo serán más que los enormes huecos en las calles o irrespeto sistemático e impune a las leyes de tránsito. Se los prohibimos porque el suyo es un arte subversivo y milenario, del que todos deberiamos aprender en vez de criminalizarlo.