El Antiexotismo de Sluban


El fotógrafo Klavdij Sluban viaja a donde la disneylandización global aún no llega: prisiones en el este de Europa, solitarias costas del Mar Negro, y, en esta última entrega, deprimidas ciudades centroamericanas; no ya el patio trasero del American Dream, sino su laboratorio de horrores, genuino Gabinete del Doctor Caligari de la mega corporativización militar norteamericana desde hace más de un siglo.

Desde lejos, el Istmo Centroamericano se percibe pequeño y homogéneo. Apenas seis semanas en autobús a través de Panamá, Costa Rica, Nicaragua, El Salvador, Honduras y Guatemala le bastaron a este joven y laureado fotógrafo para ofrecernos una muy personal visión del istmo inaprensible, ese que a duras penas acalla 20 millones de indígenas y, tras innumerables tragedias tanto natural como militarmente inducidas, se dice empieza a repuntar y sumarse al Juggernaut frenético del consumo mundial.

En tal contexto, resulta tentador identificar esta serie fotográfica de cuerpos cortados por el encuadre, muecas distorsionadas en claro oscuro, siluetas ambiguas en tenaz contraluz y espacios tenebrosos con aquello que Martha Rosler denominara el “documental liberal”. Éste, abocado a una supuesta denuncia social ante los poderosos, con demasiada frecuencia termina significando más sobre y para el autor que sobre y para el asunto fotografiado, a pesar de las buenas intenciones originales.

Klavdij hace una interpretación muy personal del sentido tradicional del documental. Descontextualiza sin contemplaciones al no identificar país alguno en los títulos: la realidad de estas personas no es únicamente suya o de sus territorios, es una oscuridad colectiva que amenaza no solo a Panamá o Costa Rica, sino a aquellos que habitan la exclusión o la generan, tanto en nuestros países como en los mal llamados países ricos… cuya exclusión es con frecuencia la más invisibilizada de todas, ya sea en Francia o los EEUU.

El estilo visual o lenguaje fotográfico elegido por el autor para representar la vida cotidiana en Centroamérica es prácticamente el mismo que utilizó anteriormente para representar a jóvenes privados de libertad o fotografiar nostálgicos paisajes bálticos. Es sin duda el mismo que le ha merecido el premio Niepce y publicación en la exclusiva colección Photo Poche. No deja de ser irónico que, por más que defienda la cámara como un medio para relacionarse con el mundo, tantos matices de esta relación sintáctica visual llegan predefinidos con el desembarco de Sluban en Centroamérica.

La herramienta o técnica que ayer identificaba al artesano, hoy parece condicionar al artista. ¿Tiene este la obligación de reinventar su medio, o de ajustar un poco la sintaxis visual (aparte del sujeto), cada vez que propone un nuevo proyecto? Posiblemente no, por lo menos dentro de la lógica del genio moderno, bajo la que han operado tantos maestros fotógrafos viajeros. De Christer Stromholm a William Klein, o de Robert Frank a Bernard Plossu el nivel es alto, y sin embargo, puede afirmarse que Sluban logra plasmar su visión personal de Centroamérica sin concesiones… salvo a sus preconcepciones de lo fotográfico y del tercer mundo.

“No me vengan a preguntar el porqué” dejo claro el autor el día de la inauguración mundial de estas 56 fotografías en el Museo Histórico Calderón Guardia en San José de Costa Rica. Tal postura de ataque preventivo ante el sujeto, así como el título DE UNA AMERICA, LA OTRA hace explícita la referencia al libro LOS AMERICANOS, de Robert Frank, posiblemente el más influyente y vituperado de los fotógrafos antes mencionados.

El libro LOS AMERICANOS de Robert Frank, producido a través de dos años de viajes intermitentes y más de quinientos rollos de película en los EEUU macartistas de los años cincuentas, ha padecido una curiosa fortuna critica: de estar prohibido, pasó a convertirse en objeto de culto de todo progre con cultura visual. En 83 imágenes, Frank presenta al único gran ganador de la II Guerra Mundial como un país de frágiles principios y aun más frágiles libertades, que no tardarían mucho en caer, víctimas de los intereses de su propia industria bélica, tras el fin de la guerra fría.

LOS AMERICANOS es una visión desoladora del American Dream a través de fotografías robadas, en las que resulta obvio que al autor le importa poco o nada lo que sienten o piensan los involucrados. Parece tener aquella certeza de que “la realidad de estas personas no es únicamente suya o de sus territorios, es una oscuridad colectiva que amenaza no sólo a Panamá o Costa Rica (o Chicago y Arkansas) sino al mundo entero.” ¿Encuentran un patrón que se repite?

DE UNA AMERICA, LA OTRA no carece pues de didactismos. Accede al antiexotismo sustituyendo lo pintoresco por miseria y abandono descontextualizados. Invitado a este tour de force, Sluban viaja por tierra para mantener despiertos sus sentidos, pero cae ante una nueva y más fuerte variedad del virus del documentalista liberal. Su trabajo dista mucho de la pornografía del suceso reporteril, pero la sobrecarga retórica requerida para hacer elocuente tanto “momento débil” (entendido como opuesto al famoso “momento decisivo”), relega el asunto y sus implicaciones a un tercer plano, tras el aura de la obra, y bastante detrás de la gloria del artista como genio solitario.

Apenas una semana en autobús a través de cada país lo mantiene siempre en movimiento y le facilita encontrar gente nueva y situaciones diferentes (muy útil para este estilo fotográfico de toma fugaz que coquetea con el azar), pero la misma dinámica presurosa le dificulta una mayor comprensión de las complejas fuerzas tras sus sujetos. Ciertamente está más allá de la aproximación que daría una guía de viaje LONELY PLANET, pero bien podria nacer de la desorientadora depresión de sustituir ésta por un ejemplar de EXISTENCIALISMO Y HUMANISMO de Sartre.

Aún fotografías realmente logradas, como la del bebé placidamente dormido bajo las escaleras metálicas y la marcha de botas, dejan una incómoda sensación de haber sido sentidas antes. No se trata tanto de la imagen como de los propósitos tras ella, los de millones de fotos igualmente desgarradoras en miles de revistas y libros. ¿Será hasta aquí donde puede y debe llegar la fotografía o será necesario reconfigurar, no sólo la mirada, sino la dinámica social de mirar?

2 comentarios:

Luis Chaves dijo...

la mae de la foto no es la de fin de año en zapote?

CoSmiC dijo...

muy muy interesante... totalmente deacuerdo en ke la "denuncia" deja de cumplir su proposito y en lugar, de denuncia mas bien ANUNCIA a su autor cual publicidad subliminal... pero diay si eske ahora esta de moda el arte de "denuncia"! Y asi como Warhol se transformo en lo ke tanto criticaba, estos promotores de la denuncia, se denuncian asi mismos a costillas de los pobrecitos denunciados...